martes, 22 de mayo de 2012

Deudas


Europa, Elektra despiadada que reniega de la madre que la amamantó. Y le pide cuentas. ¡Ingrata! ¿Qué no le debe Europa a Grecia? ¿Qué hubiera sido de Europa sin Grecia? ¿Qué de la Ciencia, la Historia, el Arte, la Filosofía? ¿Hemos de devolvérselo? Quedaríamos mudos de la mitad de las palabras, mudo por tanto el pensamiento, mudos la razón y el entendimiento.

Esperando hallar ayuda y alimento, se metió Grecia sin saberlo en la cueva de Polifemo, en tierra de cíclopes, donde cada uno es legislador de sus hijos y esposas y no se preocupan unos de otros. Allí encontró a un monstruo de un solo ojo y un único pensamiento.

No, no es el hombre la medida de todas las cosas. No hay virtud frente al espejo de Sócrates. Tampoco hay preguntas, porque en época de ignorancia no se tienen dudas. El monstruo sólo sabe que se le debe, y devora hasta su propia alma sin que Nadie se le oponga esta vez.

Elektra ingrata y despiadada. Grecia, obligada a morir. Parta pues, en mala hora, con los óbolos imperiales para el Barquero, que los presta el mismo que los reclama.

¡Apolo, borra de tu templo las sabias palabras! Ni Atenea entiende ya nada.

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